Selecciona todos los cuadros que
contengan semáforos. Escribe el texto de la imagen. Demuestra que no eres un
robot. ¿Cuántos captchas hemos resuelto en estos años? Tantos que hemos
interiorizado y lexicalizado esas siglas que corresponden a Completely
Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart. El test de Turing, la
prueba del ocho para diferenciar entre humanos y máquinas.
Alan Turing presentó esta
herramienta de evaluación en el artículo Computing
Machinery and Intelligence (1950) como un juego de imitación, una forma
de determinar si las máquinas podían pensar, entendiendo «pensar» como «imitar las
respuestas humanas». La dinámica es sencilla: un humano y una máquina, situados
en salas separadas, responden a las preguntas de una persona que ejerce el
papel de interrogador desde una tercera sala. La conversación se desarrolla por
medio de un teclado y una pantalla y dura 5 minutos. El interrogador, que sabe
que uno de sus interlocutores es una máquina, tiene que determinar cuál es. Si
el interrogador es incapaz de distinguir, la máquina pasa la prueba.
A pesar de su trascendencia en la filosofía de la inteligencia artificial y de su impacto mediático, el test de Turing también ha cosechado críticas como la inexistencia de una definición objetiva de inteligencia, el hecho de que se refiera a una inteligencia simulada y no real, la posibilidad de que los seres humanos no se comporten de forma inteligente o cometan errores de juicio, la falacia antropomórfica o, incluso, su irrelevancia. Como afirma Santini en este artículo de 2012, podría ser que el test de Turing plantee dos posibilidades para crear máquinas inteligentes: que los programas sean cada vez más sofisticados o que las personas lo sean cada vez menos. De hecho, esa es una pregunta que nos hemos hecho muchas veces en el gremio de la traducción, que parece condenado a desaparecer por los avances de la IA: ¿realmente las redes neuronales son capaces ofrecer traducciones con el mismo nivel de calidad que un profesional humano o es que el uso intensivo de sistemas automáticos ha reducido las expectativas de calidad?
Sea como fuere, la irrupción de los sistemas de IA generativa y de bots como ChatGPT que dejan obsoleto el test de Turing imponen la necesidad de encontrar sistemas para detectar deepfakes y paliar los problemas éticos que plantean.
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