El método científico usa estrategias inductivas y
deductivas. La inducción parte de la observación para extraer conclusiones; la
deducción sigue el camino contrario: se trata de plantear una hipótesis teórica
y comprobarla mediante un experimento.
Encontramos un ejemplo del método inductivo en la
investigación a la que se refiere la noticia «Científicos reconstruyen la paleoclimatología peninsular con esmalte dental de herbívoros» publicada en el sitio web de RTVE. El equipo que llevó
a cabo esta investigación analizó los isótopos de oxígeno y carbono presentes
en dientes de herbívoros fosilizados localizados en yacimientos de la península
Ibérica. A partir de los datos obtenidos, este estudio planteó varias
conclusiones sobre la dieta que llevaban estos animales, la vegetación
dominante en cada época y los posibles cambios climáticos asociados en los
cambios de vegetación.
La noticia «Andar rápido modifica el ADN y reduce el riesgo cardiovascular» también cubre un
ejemplo de ciencia inductiva. En este caso, el equipo investigador analizó los
datos de actividad física y muestras de sangre de dos cohortes poblacionales.
Los resultados permitieron inferir una relación entre el ejercicio físico y
ciertos cambios en el ADN y concluir que el ejercicio moderado reduce el riesgo
cardiovascular.
La noticia «Los loros entienden la estadística como los bebés y los grandes simios»
presenta una investigación deductiva. El estudio parte de la hipótesis
de que estos loros podrían ser capaces de pensar de forma general e integrar información
para tomar decisiones y lo demuestra mediante un experimento en el que los
loros predicen sus posibilidades de obtener una recompensa.
El reactor experimental de fusión Wendelstein 7-X es otro ejemplo
de investigación deductiva. Como explica la noticia «Una trampa de 1.000 millones de euros para capturar la energía del Sol», la
construcción de esta instalación pretende demostrar la hipótesis de que este
nuevo diseño complejo es más adecuado para este tipo de reactores nucleares.
