jueves, 15 de abril de 2021

Análisis de dos biombos namban inspirados en diferentes tradiciones cartográficas

 

La llegada de los portugueses a Japón en 1543 dio comienzo a una época de contacto entre el mundo japonés y los occidentales o, como eran conocidos en Japón, los nanbanjin («los bárbaros del Sur», ya que los barcos arribaban a los puertos meridionales del archipiélago). Las naves portuguesas establecieron una ruta comercial entre Macao y Nagasaki que en la práctica suponía el intercambio de personas, ideas y mercancías entre Japón, China, Goa y Manila, a la que se sumaban sus derivaciones europeas. Todos estos intercambios comerciales también propiciaron la entrada de misiones religiosas en territorio japonés y el asentamiento de los jesuitas en Nagasaki.

La estrategia de evangelización de los jesuitas, dirigida por Alessandro Valignano, se basó en una idea de aproximación mutua, con la asimilación occidental de costumbres japonesas y la difusión del mundo europeo en Japón. En este contexto, en 1583 el pintor jesuita italiano Giovanni Niccolo fundó una academia de pintura, a instancias de Valignano, en la que se copiaban obras religiosas y mapas procedentes de Europa. Según su teoría, esta actividad permitiría a los japoneses reconocer la grandeza de Europa, de su ciencia y de su religión. Ese fue el germen del arte namban y sus biombos decorativos, concebidos inicialmente como un formato educativo para las clases altas, aunque después se convirtieron en uno de esos objetos de lujo que nutrían el comercio internacional.

La escuela de pintura de Niccolo desapareció en 1614 con la expulsión de los jesuitas de la isla, que más tarde se concretó en un cierre total de Japón a los occidentales, con la excepción de la presencia holandesa, restringida a la isla de Dejima y únicamente para fines comerciales. A pesar de ello, los japoneses siguieron pintando biombos de estilo namban hasta finales del siglo XVII. En ellos representaban ese mundo nuevo que había llegado a sus costas: mercancías, animales exóticos, nuevos artefactos, misioneros, tripulaciones de múltiples etnias y, sobre todo, los barcos, las naos y las carracas portuguesas, por las que los japoneses sentían gran interés —de hecho, adoptaron algunas de sus técnicas de navegación y los roteiros portugueses—.

Además de estas escenas que podríamos llamar costumbristas, los japoneses también plasmaron en los biombos namban los mapas llegados de Europa, como el Theatrum Orbis Terrarum de Ortelius, que se publicó en 1570 en Amberes y que Valignano podría haber llevado a Nagasaki en 1588 tras un viaje a Roma. De hecho, varios de los biombos namban incluyen la inscripción Typus orbis tarrarum. En estos biombos de inspiración cartográfica, solían representar en una cara el mapamundi, dejando la otra para pinturas de ciudades, curiosidades antropológicas, batallas (se conserva uno que plasma la batalla de Lepanto) o el mapa de Japón. Un buen ejemplo es este biombo del siglo XVII, conocido como el «Mapa del mundo y las veintiocho ciudades» y conservado en la colección de la Imperial Household Agency, en Tokio.

Fuente de la imagen


La influencia occidental en esta representación es notoria. Vemos, por ejemplo, representaciones del sistema cosmológico de Aristóteles y Ptolomeo, con la clásica representación del mundo sublunar y otra de un eclipse. Los mares aparecen surcados por barcos y salpicados de rosas de los vientos, como eco de los conocimientos adquiridos gracias a los marinos portugueses. A ambos lados del mapa están pintados personajes de distintas culturas y etnias, con ropas diferentes, y en los medallones que figuran en la parte inferior se ven alegorías de todos los continentes, con Europa en el centro sobre un trono.



En la segunda cara del biombo encontramos a ocho personajes montados a caballo, identificados según algunos autores (Goto, 2000) con soberanos europeos, sobre imágenes de 28 ciudades entre las que se contarían Lisboa, Sevilla, Constantinopla, Roma, Londres, Ámsterdam, Hamburgo, Moscú, Cuzco o París. Los artistas japoneses podrían haber tomado todos elementos de cartógrafos como los holandeses Willem Bleau o Petrus Kaerius y haberlos combinado según sus propios criterios estéticos.

Sin embargo, Occidente no es la única fuente cartográfica de los biombos namban. En el siguiente ejemplo, también del siglo XVII y conservado en la Universidad de Berkeley, en California, las esferas sublunares y las rosas de los vientos se combinan con un mapamundi en el que Japón está en el centro, con Europa a la izquierda y América a la derecha.

Este biombo se puede ver con mayor detalle en la biblioteca digitalizada de la Universidad de Berkeley


Puede que esta inversión con respecto a los mapas europeos se deba a que el artista no conocía las fuentes de primera mano, pero Cattaneo (2014) señala que la causa se encuentra en la influencia de otras cartografías, como el primer mapamundi chino de estilo europeo, el Kunyu wanguo quan tu, que el jesuita Mateo Ricci elaboró en 1602 junto a estudiosos chinos y que situaría Asia en el centro del mapa como concesión a las ideas budistas y confucianistas. Ese mapa llegó muy pronto a Japón: en la biblioteca de la Universidad de Tohoku se conserva una copia de esa época en color  en caracteres katakana. Los japoneses también conocían el mapa sino-coreano Kangnido, creado en el siglo XV y ampliado en el XVI, que le concedía protagonismo a China y Corea, dejaba África y Europa a la izquierda en un tamaño muy pequeño y todavía no representaba América, fruto de los conocimientos geográficos disponibles en la época y de sus ideas filosóficas.

Antes de pasar a la segunda cara del biombo, vamos a detenernos en los detalles de las esquinas: además de dos proyecciones desde los polos, vemos la representación clásica del universo aristotélico, con el mundo sublunar y el resto de las esferas correspondientes a los planetas. En la esquina opuesta encontramos una figura que muestra un mundo circunnavegable, con cuatro naves marcando los puntos cardinales. Esta cosmografía europea nacida del pensamiento de Aristóteles y Ptolomeo fue muy debatida en Japón, ya que chocaba con las ideas confucianas y budistas del mundo. Por ejemplo, el astrónomo japonés Mukai Genshō, de la escuela de Nagasaki, comentó desde la visión del confucionismo el Kenkon bensetsu, un tratado de cosmología aristotélica que había traducido al japonés el jesuita portugués Cristovão Ferreira. Curiosamente, en 1543, el año en que los portugueses llegaron a Japón y abrieron la puerta a este flujo de información que llevó a plasmar la cosmografía aristotélica en los biombos namban, en Europa se publicaba De revolutionibus orbium coelestium de Copérnico.

Detalles cosmográficos que acompañan el mapamundi del biombo


La otra cara del biombo representa un mapa de Japón en el que todavía se percibe la influencia de los tradicionales mapas gyōki japoneses. Este tipo de cartografía, que data de la época Nara (siglo VIII) y recibe su nombre del monje budista que inició su elaboración, representaba las provincias japonesas mediante toscas formas ovaladas y se usaba para fines administrativos y religiosos, como apoyo a un ritual anual que implicaba viajar por todo el país para expulsar a los malos espíritus.



Se ha escrito mucho sobre los biombos namban y se ha comentado, por ejemplo, la poca exactitud con la que se representaban los navíos portugueses, pero estas piezas son obras de arte a las que no cabe pedirles rigor científico. Son una expresión de la visión japonesa de todos los cambios que se produjeron durante esa etapa de contacto entre Oriente y Occidente. Sin embargo, la riqueza de las fuentes en las que se inspiran deja claro que el conocimiento no fluyó únicamente de Europa a Japón y también hubo intercambios dentro del mundo asiático, con China y Corea, adonde llegaban ideas de otras zonas, por tierra y por mar. Además, ese sincretismo podría ser también la vía mediante la que los artistas exploraron su propia identidad y su posición en un mundo nuevo.

 

  

Referencias

Cattaneo, A. (2014) «Geographical Curiosities and Transformative Exchange in the Nanban Century (c. 1549-c. 1647)». Études Épistémè, 26

Curvelo, A. (2006) «A Arte Namban no contexto dos impérios ibéricos». Simpósio internacional Novos Mundos – Neue Welten. Portugal e a Época dos Descobrimentos, Deutsches Historisches Museum, Berlín

Goto, T.  (2000) «Emergent Consciousness about the self depicted in the world map screens». University of British Columbia

Loh, J. F. (2013) When Worlds Collide—Art, Cartography, and Japanese Nanban World Map Screens. Columbia University

Nagy, R. (2020) «Nanban World Map Screens: Reinventing the Image of Japan in the Sixteenth-century». Re:Locations - Journal of the Asia-Pacific World, 1(1), 20-32.

Yamafune, K. (2020) «Portuguese Naus on Namban Screens: A study of the first European ships on paintings from the late 16th to early 17th centuries in Japan». Conference: APCONF 2014 (Asia-Pacific Regional Conference on Underwater Cultural Heritage).

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