jueves, 13 de enero de 2022

Conversaciones

 

Conversaciones

 

—Ya vi los vídeos que me pasaste, el de la historia del protón y el otro del universo.

—¿Te gustaron?

—Sí, la verdad es que me parecieron muy entretenidos. Y didácticos. Ahora entiendo mejor lo del Big Bang y la expansión del universo… Oye, ¿tú crees que la ciencia llegará a contestar a esas grandes preguntas trascendentales? Ya sabes, aquello de quiénes somos y de dónde venimos que decían los Siniestro.

—Depende. Si la cosa va de saber si es fiable el carbono-14 o si es nuestro antepasado el hombre de Orce, eso sí que puede contestarlo la ciencia. Lo del sentido de la vida o por qué estamos aquí, pues no. Pero es que creo que esa parte se escapa a su negociado, no es su función.

—¿Cómo que no? ¿Y para que va a servir si no?

Tira de Mafalda. Quino. Fuente

—Para tener herramientas, para saber más, pero luego hay que hacer algo con ese conocimiento. Es como lo que ha pasado con la pandemia. Al final, hemos visto a dirigentes políticos tomar ciertas medidas amparándose en que «lo dice la ciencia», como si la ciencia fuera una señora que dice lo que hay que hacer.

—Bueno, pero eso tiene una parte de manipulación y engaño, de intentar justificar algo diciendo que es científico, que viste mucho, aunque no lo sea. Pero no irás a discutirme que las medidas hay que tomarlas de acuerdo con las pruebas científicas que tengamos.

—No, cómo iba a discutir eso… solo digo que a esa base científica hay que añadirle más capas. Por ejemplo, sabemos que el virus se transmite por aerosoles y que los sitios cerrados son un foco de contagio. A partir de ahí, habrá que decidir si cerramos los bares o las escuelas, y eso tiene más que ver con criterios políticos, sociales, económicos o de derechos humanos. Creo que se puede aplicar el mismo principio a la cosmología: puedes saber si el universo se está expandiendo, pero eso no te va dar el sentido de la vida.

—Vale, ya te sigo. Pero entonces, ¿dónde buscas el sentido de la vida? ¿En la religión?

—Supongo que eso dependerá de cada uno. Yo en la religión, no. Quizás en la filosofía, en el arte, en los demás… Ni idea. Igual tampoco lo tiene.

—¿Y no es un poco triste pensar que esto no tiene ninguna finalidad? ¿Qué estamos aquí solo por casualidad, porque a unas bacterias les dio por hacer la fotosíntesis?

—¿Tú te pondrías triste si te tocara la lotería? Porque eso sí que sería casualidad…

—Visto así… Aunque, ahora que lo pienso, entonces lo que no tendría sentido es gastar un montón de millones en mandar sondas al espacio que estudien el origen del universo. ¿Para qué?

Tira de Mafalda. Quino. Fuente

—Para saber más, ¿te parece poco? Justo ayer leí una entrevista a Mirjana Pović, una astrofísica que está colaborando con el desarrollo del Instituto Etíope de Ciencias Espaciales y Tecnología y comentaba precisamente eso, que le preguntan a menudo por qué invertir en astronomía en un país con las dificultades y necesidades que tiene Etiopía. Y ella respondía que porque la astronomía, la ciencia y la educación mejoran la vida de la gente a todos los niveles.

—Mira, la verdad es que habría cierta justicia poética en que fuera el continente en el que nació el ser humano el que descubriera vida en otro planeta.


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