miércoles, 23 de diciembre de 2020

Introducción a la historia de la ciencia. Tarea 10.1

Os sugiero, como broche a este curso, que escribáis un breve ensayo sobre el papel que la historia de la ciencia puede tener a la hora de comprender mejor qué sea “eso que llamamos ciencia”.

 

Una de las primeras asignaturas de la carrera de Traducción es Teoría de la Traducción, que presenta el entramado teórico de la disciplina. Si hay algo que recuerdo bien de ella, por lo sorprendente que me resultó, es la definición de traducción de Gideon Toury, que dice que una traducción es lo que se considera como tal en un contexto dado[1]. De entrada, parece una perogrullada. Pero cobra sentido cuando descubres, por ejemplo, cómo traducían los romanos los clásicos griegos, que en algunas sociedades prima la fidelidad textual y que en otros casos o para otros fines lo que cuenta es la equivalencia funcional. En este curso de introducción a la historia de la ciencia me ha venido varias veces a la cabeza aquella definición.

Porque, ¿qué es eso que llamamos ciencia? En traducción decimos que la respuesta a todas las preguntas es siempre «depende del contexto», así que, extrapolando la definición de Toury, la ciencia sería aquello que se considera como tal en un contexto dado. Joaquín Sevilla plantea esta idea de los contextos en una entrada de su blog, en la que apunta una serie de dimensiones en las que usamos la palabra ciencia, que podría entenderse, según las circunstancias, como una forma de conocimiento, un conjunto de conocimientos, un sector industrial, una comunidad de personas, una ocupación profesional o una actitud vital. Todas estas facetas caracterizan la ciencia como una actividad humana, que, al igual que cualquier otra actividad humana, tendrá su propia historia. Por lo tanto, el estudio de su evolución en el tiempo y en el espacio nos ayudará a entender cada componente y a hacernos una idea más aproximada del concepto de ciencia, con todos sus matices.

El estudio histórico de la ciencia en su vertiente de forma de conocimiento nos da la posibilidad de repasar sus métodos y sus bases filosóficas o de entender en qué ha consistido el conocimiento científico y cómo se ha diferenciado de la religión, la superstición u otras formas de saber en cada momento y lugar. Esta perspectiva histórica también abre la puerta a reflexionar sobre las relaciones entre las condiciones culturales y socioeconómicas de cada época y sociedad y esas concepciones de ciencia y de saberes no científicos.

El conjunto de conocimientos que consideramos ciencia también se puede abordar desde un enfoque histórico. Este estudio revela, por ejemplo, que la historia de la ciencia no es una mera sucesión de hitos o revoluciones científicas que conduce de forma lineal y acumulativa a la consecución del conocimiento verdadero. Ciertas disciplinas que una vez se consideraron científicas pierden esa consideración, mientras que recuperamos saberes que se desecharon en otros momentos, y los paradigmas dominantes van cambiando lentamente, no sin cierta oposición y resistencia a lo nuevo.

Podemos englobar las dimensiones de ocupación profesional, sector industrial y comunidad de personas bajo el paraguas de «cómo se hace la ciencia». Lejos de la idea del genio visionario que hace un descubrimiento revolucionario en solitario, la ciencia es una actividad comunitaria que se nutre de múltiples aportaciones, cuyo origen va evolucionando a lo largo de la historia. En el contexto occidental, podemos recordar las academias clásicas, los monasterios o las universidades, pero también los talleres en los que artesanos e ingenieros hacían su ciencia para solucionar cuestiones prácticas vinculadas a necesidades de su oficio o de la sociedad. En otras épocas, encontramos los clubs en los que la aristocracia desocupada se reunía para hablar de ciencia, las sociedades científicas que patrocinaban investigaciones o expediciones, muchas veces para mayor gloria del país, o los centros de la Revolución Industrial, en cuyas fábricas la ciencia se convertía en una necesidad. En el siglo XIX se forjó la idea de científico profesional y empezó a construirse el sistema científico que conocemos ahora, con instituciones, universidades o revistas científicas.

En conclusión, la historia de la ciencia nos permite conocer esa evolución, los contextos, las motivaciones y las funciones de eso que hemos considerado ciencia en cada época y sociedad. Ese conocimiento contribuye a entender el concepto en todas sus dimensiones, incluida la que identifica la ciencia con una actitud vital: el grado de aceptación o rechazo de una idea de ciencia, la incorporación de unos métodos científicos a la toma de decisiones o la defensa de una u otra función de la ciencia también se comprenden mejor a la luz de una perspectiva histórica que ponga las cosas en contexto.



Referencias

Bowler, P. J. y Morus, I. R. Making Modern Science. Chicago: Chicago University Press, 2005. Traducción al español de Soler, J. Panorama general de la ciencia moderna. Barcelona: Crítica, 2007.

Nieto-Galán, A. Los públicos de la ciencia. expertos y profanos a través de la historia. Madrid: Marcial Pons, 2000.

Pimentel, J. «Artesanía y arquitectura de la ciencia moderna» en Revista de Libros, n.º 48, diciembre de 2000. Madrid: Fundación Caja Madrid, 2000. Disponible en línea en: https://www.revistadelibros.com/articulo_imprimible.php?art=3874&t=articulos

Sevilla Moróder, J. «Aproximaciones a la ciencia», 2015. Disponible en línea en: http://joaquinsevilla.blogspot.com/2015/12/aproximaciones-la-ciencia.html

 



[1] Toury acuña esta definición de traducción en el artículo «A rationale for descriptive translation studies» (1982), en el que defiende la necesidad del estudio descriptivo para que esta disciplina pueda considerarse empírica: «No empirical science may make a claim for completeness, hence be regarded a relatively (autonomous) discipline, until it has developed a descriptive branch. This is so because this kind of discipline, in contradistinction to non-empirical sciences, is initially devised to study, describe and explain (to which certain philosophers of science add: predict), in a systematic and controlled way, that segment of “the real world” which it takes as its object». 

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