Tomando como base el artículo de José Luis Pesset, “Casi cien años de la historia de la ciencia (o de las ciencias)”, Asclepio LXI (2): 249-260 (2009), reflexiona, en no más de 1000 palabras sobre el dilema que presenta el título: ¿deberíamos hablar de historia de la ciencia o de las ciencias? No estoy pidiendo un resumen del artículo, sino que su lectura te ayude a reflexionar sobre las diferencias que pueda haber entre usar el singular o el plural: ¿ciencia o ciencias?
El artículo de
Pesset reseña el editorial que George Sarton escribió para la revista Isis
en 1913, en el que exponía varias de sus ideas sobre la historia de la ciencia,
además de hacer un recorrido por la postura de otros pensadores sobre este
mismo tema.
Sarton defendía
la necesidad de una historia de la ciencia, no de las ciencias, una disciplina histórica
que aunara análisis y síntesis, pues consideraba la ciencia como una forma de conocimiento
única, independiente y universal que había de estudiarse en relación con otros
fenómenos intelectuales, sociales y económicos. Partiendo de su fe en el
progreso y en la función de la ciencia como benefactora de la humanidad,
entendía la historia de la ciencia como la historia de la civilización. En
estos planteamientos de Sarton queda patente la influencia de Auguste Comte y
Paul Tannery.
Tannery abogó
por una concepción de la historia de la ciencia como parte integrante de la
historia de la humanidad y criticó la atomización de las historias particulares
de las ciencias. Comte distinguió dos formas de estudio de la ciencia: el
método dogmático y el histórico. El primero hace referencia al análisis especializado
de la historia de cada disciplina, de sus dogmas y principios, como si se
tratara de un libro de texto. En cambio, el método histórico se centra en el estudio
sintético de la ciencia, de su desarrollo como actividad intelectual y su
relación con otros aspectos culturales y sociales de cada época. Para Comte,
ambos enfoques debían mantener una relación dialéctica.
La distinción que establece Comte entre el método histórico y el dogmático ayuda a entender la diferencia entre historia de la ciencia e historia de las ciencias. La historia de las ciencias, en plural, abordaría la evolución de cada disciplina, de sus hitos o del avance de sus métodos, creando una suerte de compartimentos estancos en los que lo importante es lo que ha sucedido a lo largo de los siglos en la astronomía, la física, las matemáticas o cualquier otra rama científica. Por su parte la historia de la ciencia, en singular, se ocuparía de la evolución de la ciencia como forma de conocimiento única, del desarrollo de su método, a cuyo progreso contribuirán los cambios en cada disciplina —que no son áreas aisladas, sino campos permeables— y en cuyo avance influirá el marco histórico, las condiciones socioeconómicas y culturales o las corrientes filosóficas de la época. El de la historia de la ciencia sería un enfoque unificador que bebe del estudio de las historias especializadas de las ciencias para lograr una síntesis generalista.
Sin embargo, también podríamos plantear una interpretación alternativa: la diferencia entre la historia de la ciencia y la de las ciencias podría residir en el propio concepto de ciencia, que no es estático y unívoco, sino que varía en función de las épocas y las sociedades. Desde esta perspectiva, la historia de las ciencias sería la de la evolución de ese concepto, de qué se entiende por ciencia en cada momento y lugar.
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