jueves, 26 de noviembre de 2020

Introducción a la historia de la ciencia. Tarea 1

 Os propongo que echéis un vistazo a la sección dedicada a artículos de historia de la ciencia en la Cátedra de Cultura Científica y que analicéis las entradas (no hace falta una lectura intensiva ni exhaustiva) bajo los siguientes prismas: ¿Qué tipo de historia ofrecen estas entradas? ¿Qué tipo de fuentes históricas utilizan para sus trabajos? ¿Qué imagen dan de la ciencia?

 Empecemos con una descripción general. El Cuaderno de Cultura Científica recoge 31 artículos con la etiqueta «historia», aunque quizás la asignación de las categorías no sea del todo precisa ya que en el sitio web aparecen otros artículos sobre historia de la ciencia sin etiquetar. Por lo que respecta a la autoría, encontramos seis nombres que firman un único artículo (Javier Armentia, José Miguel Viñas, Alberto Mercado, Juan Ignacio Pérez, Laura Morrón, Juan Luis Moraza y Oskar González), el Museo Laboratorium aporta dos artículos, Eduardo Angulo suma cinco, Javier Peláez es el autor de una serie de siete y Cesar Tomé reúne hasta nueve. La mayoría de las entradas son artículos de texto, aunque también hay cuatro que remiten a vídeos de charlas o conferencias.

Buena parte de las entradas, 18 de las 31 totales, llevan en el título el nombre de algún científico, todos hombres, y abordan la contribución de cada uno de ellos a su disciplina. En general, estos textos se alejan de la idea de la historia de la ciencia como algo anónimo y de la mitificación de los grandes nombres de la ciencia. Por ejemplo, la serie sobre las cartas de Darwin de Javier Peláez se adentra en las cuestiones más personales del naturalista y del viaje en el Beagle, desde su relación con su familia o con el capitán FitzRoy a los continuos mareos y otras dificultades que sufrió durante toda la travesía.

También sitúan las aportaciones de estos científicos en su contexto histórico y social, con sus luces y sus sombras, y hacen referencia a la acogida que el resto de pensadores de su época brindó a sus ideas. En esta línea se enmarcan varios artículos de César Tomé, como los dedicados a van Helmont, Agricola, Biringuccio, le Bon o Livabius, que pertenecen a una serie más larga llamada «Alquimia». Tomé señala las innovaciones de estos pensadores, sus aportaciones al método científico, la química o la metalurgia, pero también contextualiza su obra en un entorno social y filosófico, con la presencia de la Inquisición y diversas tendencias religiosas, además de señalar la convivencia de ideas novedosas con otras ya superadas, como la transmutación, en una suerte de esquizofrenia intelectual que sugiere que el avance científico no es lineal. Cabe destacar el caso de la entrada sobre Bémont, que pretende desmitificar la idea de que el matrimonio Curie trabajó en solitario e incide en la importancia de la colaboración científica. Además, revela que Pierre y Marie Curie anunciaron el descubrimiento del polonio antes incluso de aislarlo, ya que en aquel momento la primicia de los nuevos hallazgos se dirimía en cuestión de meses o semanas.

La competencia científica y la importancia de las instituciones también encuentran su sitio en textos como los del Museo Laboratorium, que reseñan la historia del descubrimiento del wolframio (como lo denominaron los hermanos Elhuyar en Bergara) o tungsteno (en su versión sueca). Esta historia incluye a espías que pretendían copiar las técnicas escocesas para fabricar cañones, el mecenazgo del Gobierno español de la época para crear cátedras de investigación y viajes por las universidades y centro científicos de Europa en busca de las mejores ideas.

Las reticencias de la comunidad científica para aceptar novedades se ejemplifican en artículos como el de Angulo sobre el descubrimiento de Laveran del protozoo causante de la malaria.

Si pasamos a los 13 artículos de la sección que no se centran en científicos concretos, podemos ver una mayor diversidad temática y de fuentes históricas, que hasta este punto se centraban en documentos históricos, libros, artículos o cartas de los protagonistas de las historias y sus coetáneos. Obras de arte, novelas, antiguos pergaminos o restos arqueológicos ayudan a trazar historias científicas y tecnológicas, como la de la industria ballenera vasca, la del palimpsesto con la obra matemática perdida de Arquímedes o la de la presencia de nubes y moluscos en cuadros de diferentes épocas. En este capítulo encontramos varias reflexiones de Tomé sobre la historia de la ciencia y la evolución del concepto de ciencia en distintas épocas, textos que relacionan la malaria con la historia bélica y el significado de esta enfermedad para distintos países en función de su estatus como zona endémica o potencia colonial o un artículo que repasa las ideas científicas y pseudocientíficas de Poe, que no dejan de ser un reflejo de la época en que vivió. Además, aparecen pinceladas distintas con anécdotas científicas, como la de Armentia referida al color rosa y su significado en varios momentos de la historia.

En resumen, la sección presenta una imagen de la ciencia en constante evolución, con avances y contradicciones, aciertos e hipótesis fallidas, competencia entre científicos, hallazgos motivados por las necesidades de la industria o controversias y rechazos a teorías nuevas y antiguas. Todo ello, enmarcado en una época y un contexto social, con una relativa variedad de enfoques, en la que quizás se echa de menos la presencia de alguna disciplina y de más mujeres.

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