lunes, 9 de diciembre de 2019

Relación entre participación ciudadana y acceso al conocimiento


En el siglo XXI, la evolución digital e Internet han generalizado el acceso al conocimiento y modificado el sistema de difusión de información científica: hemos dejado atrás el modelo unidireccional en el que una única fuente —la comunidad y las instituciones científicas— dirigen su mensaje a un intermediario —los medios de comunicación— para que llegue al público final —la sociedad—. Ahora estamos inmersos en un contexto diverso en el que se han multiplicado las fuentes y en el que los emisores originales pueden dirigirse a los receptores sin necesidad de intermediarios.

Este cambio de paradigma conlleva consecuencias positivas, como el aumento de las iniciativas de divulgación científica o la posibilidad de acceder a todo tipo de conocimientos en un clic. No obstante, también se plantean otros resultados negativos o, al menos, controvertidos, como la proliferación de fuentes que divulgan noticias falsas y pseudociencias revistiéndolas de un carácter científico o la mediatización de la comunicación científica. En un panorama en el que prima la inmediatez, con un constante bombardeo de información —no siempre veraz— desde múltiples canales y en el que se imponen los titulares sensacionalistas, el periodismo científico se enfrenta a unas condiciones de trabajo precarias que dificultan la labor periodística de investigación y cuestionamiento de las fuentes: el ejercicio del periodismo científico corre el riesgo de convertirse en una mera caja de resonancia de las noticias suministradas por las esferas científicas.

En su libro La educación ambiental. Bases éticas, conceptuales y metodológicas, María Novo afirma que la tecnología jamás es neutra: «La pregunta radical que conviene hacerse no es respecto a los medios (es decir, si una nueva técnica, un nuevo instrumental, nos resuelven el “cómo” afrontar un problema), sino respecto a los fines (los “por qué” y “para qué” vamos a intentar resolver el problema de esa manera)».

En este contexto, en las sociedades democráticas se revela fundamental la implicación de la ciudadanía y nuevos conceptos como el de investigación e innovación responsable, que busca la participación ciudadana para «alinear sus resultados con los valores de la sociedad». Y, para que se produzca esa participación, es imprescindible que exista acceso al conocimiento, porque una ciudadanía informada es una ciudadanía crítica que, por tanto, se implica más en los mecanismos democráticos.

La disponibilidad de información de calidad y la exposición a noticias rigurosas fomentan el interés personal por los temas científicos, propician la reflexión y mueven a actuar, desde una posición informada, para influir en los procesos democráticos de toma de decisiones. Esta implicación actúa como sistema de control democrático y además permite vencer aquellas resistencias a los avances científicos que se fundan en prejuicios sin base objetiva, lo que se traduce en un doble enriquecimiento tanto para la ciencia como por la sociedad.

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