Esta semana en clase
hemos estado viendo formas geométricas que se esconden en objetos cotidianos;
nuestra tarea consistía en continuar la observación y traer aquí una forma
nueva. Eso me recordó una foto que había hecho hace unos días, durante un paseo
a primera hora de la mañana. La maleza que bordeaba el camino estaba repleta de
telarañas cubiertas de rocío. ¿Cómo y de qué están hechas para aguantar el
rocío o incluso la escarcha? ¿Y por qué tienen esa forma tan bonita?
Lo primero que descubrí en una búsqueda por Internet es que
no todas las arañas tejen las telas igual, como explican Samantha Bedolla y
Juan Carlos García en este artículo
divulgativo, y que esa diversidad se debe a motivos evolutivos como la
adecuación de la estructura a la presa o al hábitat.
La forma que identificamos en estas latitudes como una
telaraña clásica es la que teje la araña de jardín europea, Araneus diadematus. En este vídeo creado por el centro
científico francés Espaces de sciences se puede ver el proceso: la araña crea
primero una estructura básica a base de triángulos y después la cubre con una espiral de captura de un material distinto y pegajoso para atrapar a los insectos. Hay
multitud de estudios científicos que intentan desvelar los misterios de estas
estructuras, desde la composición del hilo a su topología,
que le aporta resistencia y flexibilidad. Todo un mundo de aplicaciones y
conocimientos que se recogen magistralmente en el discurso de ingreso de Manuel
Elices en la Real Academia de Doctores de España: «Las arañas y sus telas. Un paradigma multidisciplinar».
Volviendo a
la geometría, me llama la atención que varios de los artículos que he
consultado señalan que la araña de jardín europea comienza su tela trazando
triángulos ya que el triángulo es el único polígono indeformable, de ahí su uso en construcción, incluso en estructuras como la
torre Eiffel.
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