La humanidad lleva toda su historia buscando métodos para conservar los alimentos. De los primeros métodos tradicionales, como la salazón o el ahumado, llegamos a finales del siglo XVIII a la revolución del enlatado, una técnica que nació para satisfacer las necesidades de ejércitos y marinos. Por suerte, hoy contamos con los conocimientos y la legislación necesarios para disponer de técnicas de conservación y envasado que garantizan la conservación y la seguridad de los alimentos que consumimos.
Los
envases activos
Este
tipo de envases contribuye de forma activa a conservar el alimento, mantener su
calidad y sus propiedades organolépticas, así como prolongar su vida útil. Si
en los envases tradicionales el paquete actúa como una simple barrera, en el
caso de los envases activos se produce una interacción con el alimento. Esta puede darse, por ejemplo, en forma de absorción de
componentes que degradan el alimento —como el etileno de frutas y verduras—, de
liberación —por ejemplo, de agentes antioxidantes— o de control del entorno. En
el supermercado podemos encontrar multitud de ejemplos de este tipo de envases,
desde bolsas de pipas que tienen una bolsita en su interior para absorber la
humedad a una gran variedad de productos frescos, frutas, verduras, carnes o platos
preparados envasados en atmósfera protectora. Todos ellos quedan dentro del
ámbito del Reglamento
(CE) n.º 450/2009 de la Comisión, de 29 de mayo de 2009, sobre materiales y
objetos activos e inteligentes destinados a entrar en contacto con alimentos.
Varios productos envasados en atmósfera protectora
Los envases inteligentes
El
Reglamento n.º 450/2009 define los materiales y objetos inteligentes como «aquellos
que controlan el estado de los alimentos envasados o de su entorno». Su
objetivo es proporcionar al consumidor toda la información posible. Para que
eso suceda, se produce una reacción entre el alimento y el envase y esa
reacción se refleja en la etiqueta a modo de indicador. En esta categoría
encontramos indicadores de frescura, de fugas o de temperatura. Aunque los envases inteligentes no parecen gozar
todavía de mucha popularidad en el mercado español y no es fácil verlos en los
supermercados, sí encontramos algunos ejemplos curiosos, como este vino en cuya
etiqueta aparece la silueta de un barco cuando se alcanza la temperatura idónea
de consumo.
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