domingo, 21 de febrero de 2021

Ciencia y artes. Tarea 3.2. Belleza y proporciones.

Belleza y proporciones

La belleza no es un concepto estático, es una idea derivada de la cultura predominante en una sociedad y, por tanto, evoluciona al ritmo de esa sociedad. Como apuntaba Kandinsky, «todo artista, como hijo de su época, ha de expresar lo que le es propio a esa época». Pero no es solo una cuestión temporal, también espacial. Aunque tendemos a aferrarnos a nuestro contexto y a extrapolar nuestra visión, el mundo es muy diverso y también lo son las ideas de belleza en lugares distintos. Como es lógico, hablamos de lo que conocemos, así que en lo que sigue me referiré a la cultura occidental.

Evolución de la moda femenina de 1789 a 1954. Gráfico
 de elaboración propia a partir de la línea del tiempo ilustrada
de la moda femenina de Regina Sienra publicada en My Modern Met
A lo largo de la historia de Occidente, el canon estético ha ido cambiando a la par que las ideas filosóficas vigentes. En la Grecia clásica, Arquímedes identificaba lo bello con lo bueno y Euclides exponía las bases de lo que luego se llamaría «número áureo» o «proporción divina». En la Edad Media, el arte y la belleza se pusieron al servicio de la religión y adquirieron un carácter didáctico. El Renacimiento retomó las ideas clásicas de la belleza armónica y el antropocentrismo. El Barroco y el Romanticismo exaltaron la expresividad y los sentimientos; mientras que el Neoclasicismo, hijo de la Ilustración, rindió culto a la razón. En el siglo XX, los límites se desdibujaron de la mano de teorías físicas como la de la relatividad o la cuántica, que cambiaron nuestra comprensión del mundo newtoniano mecanicista, y el arte empezó a explorar nuevas vías alejadas de cánones únicos. En la música, por ejemplo, se introdujeron melodías atonales y acordes nuevos que hasta entonces se consideraban disonantes. En el siglo XXI, la globalización, las nuevas tecnologías y la sociedad de consumo parecen marcar el rumbo.

La cultura influye en todos los aspectos de la sociedad, desde los sistemas políticos a la idea de belleza, y se refleja en el arte. La historia de la ropa y de la moda es una buena muestra de esas relaciones: baste pensar en el movimiento feminista y lo que supusieron en distintos momentos el abandono del corsé, la adopción del pantalón o la minifalda.

A pesar de ese carácter fluido de la idea de belleza, nuestra mente racional siempre ha intentado encontrar un patrón, incluso una fórmula matemática que simbolizara lo hermoso. A esa búsqueda responde la razón áurea, phi, que encontramos en la espiral de Fibonacci y en múltiples elementos naturales. Diversas corrientes filosóficas y estéticas han considerado que esa divina proporción es la que rige el ideal de belleza (hoy la encontramos hasta en las tarjetas de crédito), pero incluso las matemáticas se empeñan en reflejar la diversidad de lo bello y nos ofrecen ideas alternativas, como la proporción cordobesa, también llamada proporción humana, a la que Clara Grima le dedicó una charla muy divertida en la última edición de «Las que cuentan la ciencia».

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