viernes, 14 de febrero de 2020

Las nuevas tecnologías y la comunicación científica


Las nuevas tecnologías de la comunicación y la información han supuesto una auténtica revolución que afecta a todas las esferas de la sociedad, incluida la ciencia. Hemos entrado en la era digital, una época llena de posibilidades que también plantea nuevos problemas.

Los medios de comunicación han tenido que reinventarse para adaptarse a una realidad en la que la ciudadanía ya no depende de ellos para obtener información y tiene la posibilidad de acceder directamente a las fuentes a través de Internet. Esa evolución ha supuesto la apertura de los medios tradicionales a las plataformas digitales y a las redes sociales: radios, televisiones y prensa escrita disponen ahora de sitios web en los que se acumula una gran cantidad de información. Estamos en un momento en el que consumimos a la carta, podemos escuchar un podcast, ver un vídeo o leer una noticia en cualquier momento y en cualquier dispositivo, lo que facilita el acceso a la comunicación científica. Cualquier persona interesada tiene a su alcance una cantidad inmensa de información y puede consumirla de forma cómoda y sencilla, con la posibilidad añadida de profundizar tanto como desee a través de hiperenlaces, base de datos, revistas especializadas, cursos, MOOC y un sinfín de fuentes. A este respecto, existe el riesgo de llegar solo a quienes van a buscar ese conocimiento.

Las herramientas para generar contenidos se han simplificado y, en algunos casos, son incluso gratuitas, por lo que cualquiera puede elaborar y publicar información. Este hecho supone una gran ventaja para quienes se dedican a la divulgación científica, a la docencia o incluso a la investigación, ya que pueden comunicarse directamente con la audiencia a través de blogs, canales de YouTube o redes sociales o retransmitir sus charlas por streaming. Es una forma de diversificar las fuentes, democratizar la información o desmarcarse de la agenda que imponen los medios mayoritarios. Sin embargo, el que cualquiera pueda publicar información también permite la proliferación de creencias pseudocientíficas y noticias falsas.

La desintermediación informativa, las posibilidades de generación de contenidos y el carácter inmediato de los medios digitales tienen su contrapartida. La cantidad de información disponible es ingente, es difícil identificar las fuentes fidedignas y separar publicidad de información. La competencia por llegar a la audiencia es feroz, para llegar a la audiencia hay que seguir las reglas del juego de Internet y a veces existe la tentación de caer en el sensacionalismo o la banalización.  La crisis eterna precariza cada vez más las redacciones de los medios de comunicación, donde faltan tiempo y condiciones dignas para la necesaria labor periodística de investigación y control.

En este contexto, con sus luces y sus sombras,  se impone la colaboración entre poderes públicos, instituciones, comunidad científica, especialistas en divulgación, docentes y prensa para que la ciudadanía pueda beneficiarse de todas las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías en el ámbito de la comunicación de la ciencia.

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