Los combustibles fósiles —carbones, productos petrolíferos y gases— constituyen casi el 70 % de la energía final que se consume en España. La buena noticia es que ese porcentaje se ha reducido ligeramente en las últimas décadas, pasando del 74,2 % en 1990 al 69,2 % en 2019. Este retroceso se debe fundamentalmente a la mayor presencia de la energía eléctrica y a un pequeño aumento de las fuentes de energía renovables de uso térmico (solar térmica, geotermia, biomasa, biogás, biocarburantes, carbón vegetal y residuos sólidos urbanos renovables). En cuanto a los combustibles fósiles, cabe reseñar que el peso del gas casi se ha duplicado desde 1990, cuando suponía un 7,4 % del consumo total, hasta alcanzar un 16,5 % en 2019, en detrimento de los productos petrolíferos (59,7 % frente a 51,5 %) y del carbón (7,1 % frente a 1,2 %).
Gráfico de elaboración propia a partir de los datos del IDEA. Fuente |
Hasta aquí estamos hablando de energía final, es decir, de la forma en la que el consumidor final utiliza la energía, por ejemplo, el combustible que echamos al depósito del coche —o de un avión—, el carbón que alimenta una estufa —o un gran horno industrial— o la electricidad con la que encendemos una lámpara —o la maquinaria de una fábrica—. En los dos primeros casos, el origen está claro, pero ¿y en el tercero? ¿Cómo se genera esa electricidad en España?
Estructura de la generación por tecnologías en España. 2017-2021. Fuente: REE |
Durante los cinco últimos años, hay varias tecnologías que han tenido un peso significativo en la generación eléctrica. Podemos empezar por el carbón, que ha pasado de tener un peso del 17 % en el mix eléctrico en 2017 a apenas un 2 % en 2021 debido al cierre de la minería y de las centrales térmicas asociadas por su alta capacidad contaminante. La desaparición de esta fuente de energía que tuvo una gran importancia social en España bien puede ejemplificar las múltiples facetas que tienen que ver con lo energético, más allá de lo tecnológico.
En el siguiente apartado podemos agrupar
las centrales de ciclo combinado (termoeléctricas en las que hay dos ciclos termodinámicos, lo que
aumenta la eficacia del proceso) y las de cogeneración (centrales
térmicas en las que además de generar electricidad, se aprovecha la energía
térmica para otras operaciones). En ambos casos el material combustible suele
ser un gas. Su presencia en el mix energético se ha mantenido bastante estable
en este último lustro, desde el 25 % de 2017 al 27 % actual.
Evolución de la generación renovable y no renovable (%). La energía renovable incluye hidráulica, hidroeólica, eólica, solar fotovoltaica, solar térmica, otras renovables y residuos renovables. Fuente: REE |
La última fuente de energía importante del mix energético es la nuclear, cuya aportación también se ha mantenido estable en torno al 20 % en estos cinco años, gracias a una potencia instalada de 7117 MW. España cuenta a día de hoy con cinco centrales en explotación —Almaraz y Ascó (con dos reactores cada una de ellas), Cofrentes, Trillo y Vandellós—, a las que hay que sumar la de Santa María de Garoña, en cese de explotación. La energía nuclear no se enmarca en la categoría de energía renovable por utilizar un recurso mineral como el uranio, pero no produce emisiones de carbono durante la generación de electricidad. Por ese motivo, aunque las renovables siguen estando por detrás de las no renovables en España, el porcentaje de electricidad generado sin emisiones supera al generado con emisiones. Por ejemplo, el 22 de enero, la distribución fue de un 60 % frente al 40 %, según datos de REE.
En resumen, vamos avanzamos hacia
una generación eléctrica cada vez más renovable, pero todavía queda camino por
recorrer. Además, conviene no olvidar que la electricidad es apenas una cuarta parte de la energía total que consumimos.
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