sábado, 2 de julio de 2022

Pensamiento y lenguaje

 

Pensamiento y lenguaje

 

Decimos que el ser humano es el único animal racional porque es el único que tiene la capacidad de pensar, evaluar, analizar o tomar decisiones. También es el único que tiene un lenguaje simbólico como herramienta de comunicación. ¿Están unidos ambos rasgos? ¿Es posible el pensamiento sin lenguaje? Sin lenguaje, puede haber percepción, instinto o reacción, pero no reflexión. Podríamos experimentar la realidad, pero no pensar sobre ella, porque para eso debe haber un desplazamiento con respecto al aquí y el ahora, hemos de contar con una representación simbólica de la realidad que nos permita distanciarnos del lugar y del momento presente.

Sin lenguaje, puedo tocar el asa metálica de una cazuela que está al fuego y percibir el calor o reaccionar retirando la mano porque quema, pero no puedo pensar en que debería haber cogido un paño o en comprar una cazuela nueva con las asas revestidas para evitar futuros accidentes. No podría hacer planes ni compartirlos con otras personas.  Podríamos preguntarnos qué pasa entonces con los animales que carecen de lenguaje simbólico; cómo se organizan las leonas para cazar en grupo. Los animales —y las plantas— tienen sus propios sistemas de comunicación, sistemas variados que van desde señales químicas a sonidos o gestos. Estas estrategias comunicativas les permiten interactuar con la realidad, reaccionar, cazar o adaptar su comportamiento a la situación, pero no pensar sobre ella, evaluarla o planificarla. Y no son estrategias mejores ni peores que el lenguaje, son simplemente las más adaptadas a sus necesidades, fruto de su evolución específica.

La evolución del ser humano ha privilegiado el lenguaje como una ventaja evolutiva que nos ha permitido, por ejemplo, diseñar con antelación planes para cazar animales más grandes y organizar grupos para acometer la tarea. O establecer estamentos jerárquicos dentro de una sociedad y mecanismos de división del trabajo. O transmitir conocimientos de una generación a otra y ampliar el conocimiento de la generación anterior sin necesidad de experimentar lo vivido. Es decir, el lenguaje simbólico nos ha dado el pensamiento. Y la relación entre ambos es tan estrecha que incluso nos planteamos si las distintas lenguas que hablamos los seres humanos condicionan nuestra forma de ver la realidad.

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